California, el estado rebelde que promete resistir ante Donald Trump

03 febrero 17

La victoria del republicano conmovió a la región más demócrata de los EEUU

California, el estado rebelde que promete resistir ante Donald Trump

 

Por: Infobae

La bandera oficial de California se alzó por primera vez en Sonoma en 1846: un diseño de William Todd (sobrino de Mary Todd Lincoln, la esposa de Abraham Lincoln) que tomaba prestada la estrella solitaria de Texas y mostraba uno de los osos de la zona como desafío al mando mexicano, ante el cual los rebeldes se presentaron como territorio independiente.

En 1911, con la misma estrella, el mismo Grizzly y la misma leyenda, California Republic, se convirtió en el símbolo oficial del estado que hoy, gobernado por demócratas y con las dos cámaras legislativas estatales en manos de demócratas, se prepara para resistir al presidente Donald Trump.

Y con el mismo oso pardo de la subespecie Grizzly, el tercer animal omnívoro de América del Norte, y el más agresivo. Convertido ahora en ícono de enojo, ya que no de insurrección.

«Como muchas de las otras casi nueve millones de personas de California que votaron por Hillary Clinton en 2016, el artista Eric Rewitzer reaccionó ante la victoria de Trump como si un tornado se hubiera llevado su casa», escribió Katy Steinmetz en Time. Pasó por todas las etapas del duelo desde la negación —»creí que no era en serio»— hasta la aceptación, que tomó la forma de una obra: el oso que reprodujo en miles de afiches y souvenirs de aeropuerto, siempre en el gesto amoroso de abrazar el perfil del estado, entre flores o rayos de colores, con mensajes como «Home» o «I Love You, California», es ahora un animal furioso que brama e intimida. «Han provocado a una bestia», dijo Rewitzer a Time. «Tengan cuidado».

Durante el escrutinio del 8 de noviembre de 2016, contra lo que habían indicado las encuestas, estado tras estado se manifestó rojo, de Florida a Carolina del Norte, del Oeste Medio entero a Pensilvania. En el oeste, en cambio, California —donde viven uno de cada ocho estadounidenses y cuya economía (sola: estimada aparte de la del resto de la unión) es la sexta del mundo— quedó en cambio más demócrata que nunca. La casa del ex vicepresidente Ronald Reagan es ahora el bastión principal de la movilización en contra de los republicanos en el poder. «Es la avanzada demócrata más grande y más influyente del país», dijo a Steinmetz el profesor de la Universidad de California del Sur (USC) Dan Schnur.

Desde ciudades como Los Ángeles o San Francisco hasta la capital, Sacramento y pasando por Silicon Valley, la unanimidad de la indignación ante las medidas que ha tomado Trump en sus primeras jornadas en el poder es perceptible. El gobernador Jerry Brown dijo en su discurso sobre «El estado del Estado», el 24 de enero de 2017, a sólo cuatro días de la asunción del millonario, que continuará en la lucha contra el cambio climático y a favor de los valores integradores de la inmigración: «California no da marcha atrás, ni ahora ni nunca».

En shock como Nueva York el 11 de septiembre

Las órdenes ejecutivas que limitan la inmigración y suspenden —en el caso de los sirios, de modo indefinido— la entrada de refugiados incendiaron Palo Alto y sus alrededores, donde muchos profesionales de la tecnología de la información son, precisamente, inmigrantes.

«Desde que el descubrimiento de oro simplificó la entrada del estado a los Estados Unidos en 1850, los californianos han creído que este lugar es excepcional», escribió Steinmetz. «Y así es hoy: desde Hollywood a Silicon Valley, muchos ven a California no sólo hacia la izquierda sino como una delantera que podría ‘mostrar un ejemplo al resto del país’, como dijo Brown en su discurso».

Cuando Trump comenzó a cumplir con sus promesas de campaña, como firmar el decreto sobre la construcción del muro en la frontera con México y anunciar que les quitaría los fondos federales a las ciudades (que en el caso de California, representan hasta un 98% de devolución de impuestos) que protegieran indocumentados, la situación empeoró. «Anti-estadounidense», lo calificó el alcalde de Los Angeles, Eric Garcetti. «Usaremos todas las herramientas de nuestras funciones para luchar contra esta orden inconstitucional y preservar nuestra seguridad nacional y nuestros valores esenciales» advirtió el fiscal general del estado, Xavier Becerra.

La psicóloga Deborah Kory, que tiene su práctica clínica en el Bay Area, dijo a Time que la gente de la región sufría «un trauma colectivo» que comparó al que sacudió a la ciudad de Nueva York y sus suburbios luego del ataque terrorista que derrumbó las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.

«Es un nivel de cambio tan completamente distinto que no podemos dar seguridades», dijo. Entre sus pacientes, la mayoría sintió pánico e incredulidad ante el triunfo de Trump, pero ahora los ve en otro camino: «No se puede mantener este nivel de angustia e hiperexcitación para siempre, así que las personas están menos disociadas y ansiosas y comienzan a poder contactarse con otras».

El viernes de la asunción de Trump, a millas de la frontera, en la ciudad de San Diego, cientos de manifestantes marcharon con una bandera mexicana y cantaban, en inglés y en castellano: «Aquí los refugiados son bienvenidos», «Inmigrantes, no tengan miedo» y «Trump, ¡escucha! ¡Estamos en la lucha!». «Una mujer blanca llevaba pegado un cartel en su espalda —destacó Time—: Estaré del lado de los más vulnerables». En el condado de Alameda, pocos días más tarde, 400 personas se reunieron frente a la puerta de un centro islámico con carteles que decían: «Todos pertenecemos aquí» y «Queremos a nuestros vecinos musulmanes».

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