Adelanto exclusivo del nuevo libro del hijo de Pablo Escobar: cómo se transportaba el dinero de EEUU a Colombia

15 noviembre 16

En “In fraganti: Lo que mi padre nunca me contó”

Adelanto exclusivo del nuevo libro del hijo de Pablo Escobar: cómo se transportaba el dinero de EEUU a Colombia

Tomado de Infobae 

«¿Creían saber todo sobre Pablo Escobar? Este nuevo libro revela que falta mucho por descubrir a cerca del oscuro mundo en que se movió». Las palabras pertenecen a Juan Pablo Escobar Henao, también conocido como Sebastián Marroquín, hijo del máximo capo narco de todos los tiempos y líder del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria.

El segundo libro al que hace referencia es «Pablo Escobar, in fraganti: lo que mi padre nunca me contó» (Editorial Planeta, 2016) que es presentado por estos días en diferentes países de la región. Infobaeaccedió en exclusiva a uno de los capítulos más escalofriantes de la nueva edición, en el cual Escobar Henao relata cómo era el transporte de dinero desde los Estados Unidos hacia Colombia.

Como ya he relatado en varios pasajes de este libro, a lo largo de su carrera criminal mi padre hizo muchas cosas sin que nosotros, su familia, nos enteráramos. Pero el episodio que voy a contar, de cuya existencia vine a saber a propósito de la investigación para este libro, muestra que sus alcances como delincuente no tenían límite alguno.

Quien me lo cuenta es ‘Quijada’, el tesorero personal de mi padre, el hombre que por años le manejó decenas de millones de dólares en ingresos por la venta de cocaína en Miami, Nueva York y Los Ángeles, y cuya historia contaré en detalle en este capítulo.

Todo ocurrió en un viaje que mi padre, mi madre, yo y algunos familiares, hicimos a Estados Unidos en 1983, a raíz del estreno de su nuevo avión Lear Jet, una moderna aeronave de dos turbinas pintada de blanco con franjas amarillas y anaranjadas. Según los planes, estaríamos varios días en Miami y de ahí viajaríamos a Disney World y a Washington para luego regresar a Medellín.

El avión con su respectivo piloto y copiloto aterrizó en el aeropuerto de Tamiami, un pequeño terminal aéreo privado en el condado de Miami-Dade, al que acceden aeronaves tipo ejecutivo de todo el mundo. Una vez bajamos nos recibió ‘Quijada’, quien saludó efusivamente y nos presentó a dos conductores y dos empleados que habían ido al aeropuerto a ayudar a trasladarnos al Hotel Omni, en el 1601 de Biscayne Boulevard en Miami.

Mientras estábamos en ese ‘corre corre’, ‘Quijada’ le hizo un gesto a mi padre indicándole que quería hablar un momento a solas con él. Luego de charlar durante un rato, mi padre le dijo que el paseo duraría diez días y que el avión permanecería ahí mientras regresábamos. Pero ‘Quijada’ tenía otra idea.

—Dele, señor, no hay problema, pero le cuento que estoy ‘llenito’.

‘Quijada’ recuerda esa frase porque con ella le quiso decir a mi padre que tenía escondidos varios millones de dólares en una caleta, a la espera de poder enviarlos a Colombia.

Mi papá entendió el mensaje y no tuvo problema alguno en aprovechar el avión para cargarlo con cajas repletas de dinero. Así, mientras nosotros nos dirigíamos al hotel, mi padre y ‘Quijada’ organizaron el traslado de los dólares desde la casa donde estaban almacenados, así como el posterior cargue en la aeronave.

Cuando ‘Quijada’ enviaba el dinero producto de la coca en aviones, empacaba billetes de 20, 50 y 100 dólares, pero en esta ocasión sugirió despachar los de 5, 10 y 20 dólares porque ocupaban demasiado espacio en las caletas y tardaba más tiempo negociarlos. Mi padre y ‘Quijada’ supervisaron el ingreso de las cajas a la aeronave, que quedó tan llena que los asientos del piloto y el copiloto se inclinaron ligeramente hacia adelante.

‘Quijada’ estima que en ese viaje fueron enviados cerca de 12 millones de dólares a Medellín. Una vez el avión despegó del aeropuerto de Tamiami, mi padre y su tesorero fueron a buscarnos al hotel para continuar el paseo.

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